
Fuente: Motorpasión
¿Qué porcentaje se puede aprovechar realmente y para qué de un vehículo al final de su vida útil? Pues bien, la inmensa mayoría de las piezas que antes lo formaban acabará siendo parte de un parque infantil o incluso de un tupper.
Pues bien, se puede reciclar hasta el 95% de la masa total de un vehículo, y cada año más de seis millones de ellos en Europa llegan al final de su vida útil para ser tratados como residuos. Para ayudar a que estos se gestionen adecuadamente y reducir su impacto ambiental la legislación europea fija cómo recuperar toneladas de materias primas que se emplean en su fabricación, como acero, aluminio, cobre o plástico.
Aunque dicha normativa está en constante evolución en pro de una economía circular más eficiente y ya hay nuevas propuestas encima de la mesa para mejorar el proceso, desde hace casi una década se establece que, de cada vehículo que acaba en el desguace, “se recuperará el 95% en peso de todos sus materiales”.
Para ello lo primero que se hace en los CATs es dar de baja el vehículo y descontaminarlo: es decir, retirar del coche todos los elementos nocivos para el medio ambiente como aceite, líquido refrigerante, batería, etc. Una vez terminadas esas dos operaciones y cada residuo en su lugar (en este caso el porcentaje de reciclado es muy pequeño), se procede al despiece.
En esencia, se trata de hacer una adecuada extracción de piezas, de forma que las que estén en buen estado no se dañen y se puedan reutilizar para otros vehículos. En esta fase se retiran también los neumáticos, grandes plásticos como los de los paragolpes, los vidrios de las ventanas y los parabrisas, que posteriormente se entregarán a las empresas recicladoras.
Así, al final de la vida útil del vehículo con los restos de los parabrisas reciclados se hacen por ejemplo envases de cristal para alimentos y los neumáticos sirven, entre otras cosas, para hacer los suelos de colores que se instalan en los parques públicos infantiles (unos 300 neumáticos para cada parque infantil), césped artificial e incluso fabricar muebles y calzado.
Piezas de coches reconvertidas en césped artificial o calzado
En cuanto a materiales de baterías, por noma general, los ácidos, plomo y plásticos se reciclan para disolver metales o para la producción de detergentes o vidrios. El plomo, una vez convertido, se destina a la fabricación de nuevas baterías. Y, por último, el plástico de las baterías se destina a la producción de carcasas para estas baterías.
Después de la extracción de piezas, se separarán las que no se pueden reciclar y que tendrán como destino el vertedero. El esqueleto metálico resultante se compacta para facilitar su transporte a las instalaciones de fragmentación. Aquí el metal limpio queda reducido a trocitos del tamaño de la palma de una mano, que luego se envían a la industria metalúrgica para su fundición y acabarán siendo parte de una lavadora o de una bicicleta, por ejemplo.
La fracción de metales sucios como plomo, zinc o cobre que están mezclados con gomas y espumas se separa para recuperar material como aluminio para poder hacer ventanas o cobre para hacer cables. En cuanto a gomas y espumas, acaban siendo llevados a “revalorización energética” donde se emplean como combustibles para plantas industriales.
Reciclaje ya desde la producción
Hemos de tener en cuenta que, hoy en día, un coche dispone de aproximadamente 60.000 piezas de hasta 40 materiales diferentes, entre los que encontramos metal, caucho, polímeros, vidrio o plástico. Y aunque los fabricantes emplean cada vez más materiales reciclados o altamente reciclables en sus coches (salpicadero, revestimiento de las puertas, asientos, etc.) la última propuesta de la Comisión Europea pone el foco de la eficiencia del reciclaje precisamente desde las fases tempranas de la producción.
En este sentido, uno de los últimos grandes avances de la industria llega de la mano de Magna International, uno de los principales proveedores de asientos para vehículos a nivel global, que acaba de anunciar el desarrollo de una línea de productos que incluye espumas y molduras para asientos hechos de “material de tereftalato de polietileno o PET, que puede fundirse y reutilizarse al 100 % al final de la vida útil del vehículo”.
Según Magna, se espera que los nuevos productos lleguen al mercado en 2026, ayudando a los fabricantes a alcanzar sus objetivos de sostenibilidad al mantener los materiales de los asientos fuera de los vertederos.