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Retrovisor interior digital del Range Rover Evoque

Fuente: El Comercio

José Antonio García Fernández, ‘Cañamina’, ha fallecido a los 82 años. El conocido empresario, fundador de Desguaces Cañamina, puso en marcha en Roces, en 1961, el primer negocio local dedicado a desmantelar y despiezar los vehículos desechados por sus propietarios.

Se definía a sí mismo como el ‘rey de la chatarra’ y aseguraba con orgullo que fue pionero en este sector no solo en Gijón, también en el Principado, gracias a ir al cine. «Lo copié de los ‘nodos’ (el noticiero propagandístico que se proyectaba durante el franquismo antes de las películas). Salía en las películas y como en Asturias no había ningún desguace, empecé yo».

Su proyecto empresarial fue a más y estuvo al frente 56 años de tres negocios en Roces. Por sus depósitos pasaban al año 1.400 vehículos, muchos de los cuales acababan en piezas en países como Marruecos y Senegal. Porque aunque a sus talleres llegasen los coches desechados por unos, siempre se volvían útiles para otros.

El origen del apodo

El apodo ‘Cañamina’ le venía por herencia y se remontaba a su bisabuelo Manuel. Su antepasado tenía la casería donde ahora está el Museo del Ferrocarril y contaba José Antonio que de ahí le obligaron a marchar para poner lo que fue la estación del Norte. «De vez en cuando iba a segar y, una vez, alguien le preguntó: Manuel, ¡de dónde vienes’ Y él ‘parez’ que contestó: ‘Vengo de segar una hierbina que parez cañamina'», explicaba con sorna hace siete años cuando decidió jubilarse y ceder el testigo a sus hijos Manolo y Miguel.

Vecino de La Providencia, se jubiló en 2016 a los 75 años. Sus amigos de la peña Ángel Carreño le rindieron homenaje con una paella de pescado y cigalas. Allí le regalaron un hacha de hierro similar a la que utilizaba cuando empezó a trocear coches con 18 años.

Aunque echaba de manos el ruido de las naves, los coches entrando y saliendo, la búsqueda de los clientes entre las pilas de las rueda, rodamientos y otras piezas de segunda mano, dedicó los últimos años de su vida a viajar y conocer mundo, afición que antes no pudo cultivar por falta de tiempo. También a pasear y a ver a sus amigos.