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Retrovisor interior digital del Range Rover Evoque

Fuente: AEDRA

La ley establece que los Centros Autorizados de Tratamiento (CATs) son los únicos que pueden dar de baja definitiva a los vehículos al final de su vida útil, o VFU, y también los únicos que pueden desmantelarlos. La práctica de este cometido no es, sin embargo, sencilla en muchas ocasiones. Así lo explica Gerardo Fernández, Tesorero de AEDRA y Presidente de la Asociación de Desguaces del Principado de Asturias, además de propietario de Desguaces Gerardo.

En efecto, en ocasiones el propietario no acude con el vehículo al CAT, sino que es el CAT el que debe hacerlo al lugar donde se encuentra estacionado. Y ahí  comienza la “aventura”. Distancias (no siempre los automóviles a retirar se encuentran en núcleos urbanos, ni estos son todos iguales), lugares o espacios con malos accesos (garajes donde no entra cualquier tipo de grúa, fincas embarradas con caminos en ocasiones impracticables…)

No aparece la llave

La peripecia, por así llamarla, continua en otras direcciones. Por ejemplo, y como describe Gerardo, “es habitual que no aparezca una llave del coche en cuestión, o bien que tenga las ruedas pinchadas. También que las zapatas de freno estén agarrotadas y gripadas, por lo que el coche no rueda y al final hacen falta dos operarios para moverlo. Y no digamos si está aparcado en una calle estrecha, por ejemplo de un sentido: llegas a cortar el tráfico puntualmente y la gente no espera antes de tocar el claxon porque no entiende que estamos trabajando en retirar un vehículo”.

¿Y los coches quemados? “Esos toca sacarlos a rastras”, señala. Ni que decir tiene, muchos vehículos abandonados por sus dueños están repletos de basura, como auténticos Diógenes, en ocasiones hasta con materiales inflamables. “Hay que revisarlos de arriba abajo para evitar accidentes al desmantelarlos”, detalla. Y añade: “Es habitual que los CATs, el mío entre ellos, cuenten con contenedores de basura solo para ese cometido”.

Volvemos a las llaves que ni están ni se esperan. Los Ayuntamientos, sin ir más lejos, actuando de oficio llaman a los CATs para retirar vehículos abandonados en la vía pública. “En casos así -indica- tienes que ir con una carretilla para sacarlos y remolcarlos porque nadie tiene la llave para abrirlos y menos arrancarlos. En todo caso, son actuaciones en las que tienes que empezar verificando la tramitabilidad mediante el preceptivo informe de la Policía Local. Hablamos de coches dados de baja de oficio que habitualmente carecen de documentación, aunque ocasionalmente, no solo estos, pueden tenerla metida en la guantera”. 

Sobre todo, particulares

De todos modos, el grueso del trabajo que ocupa a los CATs viene de automóviles que sus dueños llevan a estas instalaciones porque buscan darlos de baja para siempre. Y en esto también puede haber lío: coches legalmente dados de baja por la autoridad legal, por exceso de permanencia en la vía, que sin embargo sus dueños no querían retirar, a veces por estar ausentes de la localidad por motivos hasta laborales; reclamaciones entre familiares… “Hay veces que los consistorios consideran coches así residuos sólidos urbanos (cuyo abandono acarrea una sanción menor), lo más habitual, y las menos residuos sólidos peligrosos (implica multa mucho mayor), aunque esto depende de cada ayuntamiento”, matiza Gerardo.

También hay gente que trata de dar de baja un coche a nombre de otra persona, más habitual de lo que parece en caso de separaciones y/o divorcios. Al final implican incluso al CAT en el litigio. De ahí que cuando se persigue dar de baja definitiva un automóvil sea imprescindible acudir con toda la reglamentación en regla. “Si lo vamos a hacer en nombre de un familiar es obligatorio aportar una declaración jurada del titular y toda la documentación pertinente en vigor”, aclara Gerardo. Aquí entran en escena situaciones más o menos cotidianas como dar de baja automóviles de titulares fallecidos, en cuyo caso hay que añadir el correspondiente certificado de defunción.

De igual modo son frecuentes problemas al adquirir potenciales VFU a través de plataformas online. “Una cosa es lo que compras y otra (puede) bien distinta lo que hay al ir a retirarlo”, explica Gerardo, que matiza lo habitual de “encontrar coches sin ruedas o con falta de piezas no indicadas en el anuncio…” 

Según demanda

En cuanto a los precios de las piezas extraídas de los VFU conforme a la regulación vigente, una vez sometidas al correspondiente procedimiento descontaminador, son variables, según demanda. “La gente busca mucho motores y otros que han dado fallos; suelen ser populares. También piezas de series especiales… Siempre vale más una pieza original recuperada por un CAT que otra equivalente de competencia”, indica. Y termina: “Es habitual que elementos de todo tipo copiados den problemas casi de inmediato, como faros que no resisten la temperatura de la bombilla y acaban derretidos y otros muchos que encajan mal al estar hechos desde moldes defectuosos”.

Sea como fuere, los elementos a la venta en un CAT, además de haber sido convenientemente manipulados, disfrutan de garantía y suponen una forma inmejorable de contribuir a la cada vez más pujante economía circular a la que todos debemos contribuir a favor de la sostenibilidad. Al mismo tiempo, permiten un considerable y claro ahorro para el usuario frente al recambio comercializado por el fabricante.