
Fuente: Motor.es
En el mundo desarrollado, en ocasiones, hay coches que son apartados del sistema por, supuestamente, no ser aptos para seguir circulando. ES el caso de los afectados por inclemencias climatológicas graves, accidentes leves o defectos de conformidad en la inspección técnica difíciles de solucionar…
… siempre y cuando usemos el baremo de los precios de la mano de obra que tributa sus impuestos, tiene cotizaciones sociales, y se cumplen unos mínimos requisitos ambientales y legales. Dicho de otra forma: son coches que no merece la pena arreglar en un país desarrollado.
En el podcast de Planet Money (de la NPR) ‘La ruta de la seda de los siniestros totales’ conocemos una historia como mínimo pintoresca. Scott Gurian hizo años atrás el Rally Mongol con un Nissan Micra, un recorrido de más de 18.000 km, y debido a una de sus averías, acabó en un taller de Oraz, con un mecánico de Turkmenistán. Gracias a él, pudo continuar viaje, y entablaron amistad.
Recientemente, Scott recibió una ‘postal digital’ de su amigo turkmenistaní, porque había llegado a su taller un Lexus RX 350 (sobre estas líneas) con apenas un año, menos de 10.000 km, que necesitaba reparación. Para Oraz fue significativo que ese coche llevase una pegatina de la inspección técnica de Nueva Jersey. Y no es el primer coche de origen americano que le llega con algún problemilla.
Fácil trazabilidad
No fue muy difícil encontrar su origen. Tirando del hilo, resulta que ese vehículo había sido dañado por el huracán Ida en septiembre del año pasado. Como resultó inundado, la aseguradora lo dio por siniestro total e indemnizó al dueño, y el coche se suponía que acabaría en un desguace, pues dejó de ser apto para circular.
Pero fue a parar a un sitio de subastas en la participó otro señor de Turkmenistán, que arrancó en algo más de 12.000 € al cambio. Consiguió ganarla, y por 2.000 € el coche llegó al país vía Dubai, puesto en el país por unos 30.000 €; la mitad que si se comprase nuevo en el país.
Para los que vivimos en el mundo desarrollado algunas cosas no son tan fáciles de entender como en el que está en vías de desarrollo. Con una mano de obra muy barata, los coches que en Occidente damos por siniestros totales o no aptos para circular acaban volviendo a la carretera, o lo que se considere carretera por allá.
No iguala al nuevo
Obviamente, no se trata de lo más seguro del mundo. Por ejemplo, a un coche que ha ido en un buque de transporte Ro-Ro y que ha sufrido daños en la travesía, como acumulación de agua salada, se le detona el airbag y se manda supuestamente a desguace. Pues puede acabar en el tercer mundo tan ricamente… sin airbag.
Los automóviles que han sufrido una inundación de agua dulce tienen más posibilidades que los que la han sufrido de salada, pues esta es mucho más agresiva con la electrónica y corroe la carrocería. Quizá es mejor eso que la alternativa, una tartana vieja y pésimamente mal mantenida que se cae a pedazos. Cosas de países pobres.
Alguien pensará que la solución al problema de exportación de ‘chatarra Premium’ puede solucionarse con certificados de destrucción, pero ¿acaso no se pueden falsificar? No hay que ser tan ingenuos. Para los occidentales es un tema que nos interesa poco o nada, deja de ser un problema para nosotros, a menos que se vuelvan a poner en circulación coches siniestrados de forma fraudulenta.
Si los desperdicios que metemos en el circuito del reciclaje pueden acabar en el tercer mundo, ¿por qué no los coches que hemos dado como inservibles? Pues resulta que parecen tener utilidad, aunque sea a costa de carecer de airbag, de unos cuantos gremlins electrónicos o de que las carrocerías tengan graves vulnerabilidades estructurales por un golpe o corrosión.
Sí, son menos seguros, pero modernos. Y hay que pensar en la alternativa en esos países. Sus parques circulantes son, por lo general, de peor calidad. Por la diferencia de precio merece la pena abordar el arreglo total o parcial, sobre todo con mano de obra asequible y sin todo aquello que exigen nuestras autoridades. A muchos les sirven.