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Retrovisor interior digital del Range Rover Evoque

Fuente: El País

Un Porsche Panamera oscuro brilla a las puertas de una casa de una altura, con tres balcones tapiados, en el popular distrito madrileño de Tetuán. Una mujer pasa por la acera con las bolsas de la compra y ni lo mira. Es la única a la que no le llama la atención este vehículo aparcado en esa calle y que cuesta más de 100.000 €. Minutos antes, Policía Municipal y Guardia Civil han sacado del bloque de viviendas a dos mujeres con capucha y mascarilla ante el estupor del resto de vecinos, que ven cómo a primera hora de la mañana un nutrido grupo de agentes rompía el vidrio del portal para acceder al edificio. Están acusadas, junto a otros 14 de detenidos, de pertenecer a una organización criminal que se dedicaba al robo de vehículos de lujo, sobre todo motos, que luego desmontaba en un taller clandestino a apenas un par de calles de esta vivienda. Además, los agentes se han incautado de 35.000 € en efectivo y 350.000 € en piezas de recambio.

El taller, angosto, oscuro y lleno de recovecos ubicado en un callejón, albergaba un sinfín de motos robadas en sus dos niveles. En total, más de 100 vehículos, una de las mayores operaciones de este tipo en los últimos tiempos en el corazón de Madrid. “Uf, no me extraña”, comentaba una mujer que trabaja cerca al ver el despliegue de policías municipales y guardias civiles en esta estrecha calle. “Ahí siempre había trasiego, a horas raras…”, añadía al tiempo que buscaba un modo de sortear la calle cortada por el operativo. Un centenar de efectivos, además de perros y drones, ocupan varias calles para poner fin a este mercado ilícito oculto tras la estrecha puerta de este taller de la calle de Oviedo, bajo la denominación de Operación Ovibike.

Delincuentes españoles y extranjeros

La organización estaba compuesta por integrantes de nacionalidad española, colombiana y venezolana, y cada uno desempeñaba un papel específico. De cara a la galería, operaba como un negocio normal de compraventa de vehículos, pero en las tripas de ese taller se ocultaba el resultado de cientos de golpes por toda España. Hasta allí llegaban los vehículos, en su mayoría motos, que después despiezaban para vender recambios para este tipo de coches y motos a precios más bajos que los fabricantes. “Una moto vendida por partes vale cinco veces que entera. Pero claro, tienes que tener una gran infraestructura para funcionar”, detalla una fuente policial.

Según explican fuentes cercanas al caso, los implicados en la red pagaban pequeñas cantidades a personas sin recursos y les encargaban que fueran a por los vehículos a otras ciudades, para posteriormente traerlos a este taller de Madrid, donde los desmontaban. ”Trabajaban a horas raras y también en fin de semana”, indicó un residente desde cuya vivienda se ve el patio del taller. “Una vez entré a interesarme por una moto, pero me dijeron que en ese momento no tenían ninguna montada”, señalaba otro vecino de la zona, que se encontró con el registro del local mientras paseaba a su perro.

A primera hora de la mañana, el líder de la banda aparcaba su Mini a unos pasos del taller, frente a un bar, cuando los agentes lo detenían en plena calle, nada más salir del coche. El operativo se desarrolló en cinco puntos de forma simultánea, además de en Madrid capital, en otras localidades como Leganés y en municipios de Toledo. Pero el corazón de la organización se encontraba en estas calles de Tetuán. La cocinera de un restaurante no tenía forma de aparcar su coche, los dueños de la inmobiliaria al lado del taller se vieron sorprendidos por los policías… En un garaje cercano al taller, en la calle de Dulcinea, las grúas municipales sufrían para sacar una furgoneta blanca incautada en el operativo. El empleado de mantenimiento del aparcamiento comentaba que, desde hace tres meses, no había visto que la movieran y que le extrañaba, pero que no le había dado “mayor importancia”. “Igual la sacaban de noche cuando yo no estoy”, apuntaba mientras volvía a cerrar la puerta del garaje, una vez que los operarios consiguieron sacar el vehículo.

José vive en el mismo bloque en el que residían la mayoría de los detenidos, a un par de manzanas del taller en el que guardaban motos y piezas. Cuenta que el edificio pertenecía a un hombre cuya madre residía en el primer piso, con tres balcones que dan a la calle. “Cuando ella murió, tapió las ventanas y desapareció, dejó de cobrarnos los pisos”, explica. Un tiempo después, las casas que no estaban ocupadas se llenaron de inquilinos, entre ellos los arrestados este martes que, según este vecino, llegaron hace seis meses. En el bloque mantenían una actitud discreta, asegura este residente, aunque los dueños de un negocio cercano afirman que de vez en cuando se les oía discutir en la calle. En esa casa, los agentes hallaron miles de euros en efectivo. Entre los vehículos hallados había un Porsche. Y los vecinos, sin poder creer lo que se escondía a unos pasos de sus casas.